Los pasos del cultivo de SanLucar

Los pasos del cultivo de SanLucar

¿También os encantaba la fruta y verdura que os daba vuestra abuela? Recién cogida del huerto era como mejor sabía, ¿verdad? A Stephan Rötzer, fundador de SanLucar, también le pasaba lo mismo, y quiso compartir esa sensación con los demás. Por ello decidió fundar SanLucar. Desde 1993 cultivamos en más de 90 países de todo el mundo más de 35 variedades de fruta y verdura, siempre en armonía con el ser humano y la naturaleza.

Da igual que estemos hablando de manzanas o de bayas, de tomates, plátanos o piñas… todos nuestros frutos se cultivan según la estricta normativa SanLucar, que es más exigente que las leyes que rigen en la mayoría de los países de cultivo. Solo así se puede conseguir un sabor intenso y aromático de manera natural. A menudo nos preguntan en qué consisten exactamente estas normas. Como nos gusta ser del todo transparentes, a continuación os resumimos nuestros principios:

Nuestro compromiso por alcanzar el mejor sabor comienza a la hora de decidir cuál será la zona de cultivo: solo elegimos aquellos lugares donde se dan las mejores condiciones climáticas y edafológicas para el cultivo de cada fruto.

Siempre ponemos nuestros preciados frutos en las mejores manos, es decir, en las manos más expertas. Muchos de nuestros maestros agricultores son empresas y familias con una larga tradición en el cultivo de la tierra. Con la mayoría hemos trabajado desde nuestros inicios, así que saben exactamente lo que buscamos: un cultivo lo más natural posible. Así, si nuestras plantas se ponen enfermas, siempre recurrimos primero a los insectos, los enemigos naturales de las plagas. Solo si vemos que no nos queda otra opción, utilizamos plaguicidas, pero siempre en cantidades moderadas. Y es que no solo nosotros lo preferimos así: también institutos independientes como ÖKO-Test han distinguido en numerosas ocasiones nuestros frutos con las mejores notas gracias a sus excelentes resultados.

Cada fruto recibe el sol y el tiempo que necesita. Por ello no los cosechamos todos a la vez, sino en distintas tandas. El momento de recolección es muy importante, sobre todo cuando no son frutos climatéricos, es decir, frutos que no siguen madurando tras haber sido cosechados: si los recolectamos demasiado pronto, no llegarán a su punto óptimo de maduración, en el que desarrollan todo su sabor. Por otro lado, si se cosechan demasiado tarde, pueden estropearse más rápidamente.

Para determinar el momento justo de recolección, nuestros técnicos de calidad visitan los campos regularmente y toman muestras para efectuar distintas mediciones, como el contenido de azúcar, zumo o acidez, y así comprobar si los frutos ya cumplen nuestros requisitos o si todavía hay que esperar para recolectar.

Algunos de nuestros frutos son muy sensibles y en seguida reaccionan a la presión. Para evitar que se estropeen, recolectamos los frutos uno a uno, a mano.

La madre naturaleza es nuestra mayor aliada. Por ello, una de nuestras máximas consiste en trabajar la tierra de la manera más respetuosa posible con el medio ambiente. Uno de los muchos ejemplos en este sentido son las mesetas de nuestros campos de fresas en Huelva. Al no tener contacto con el suelo, las plantas están más protegidas contra las enfermedades, y además el agua de riego puede volver a tratarse en su totalidad, de manera que el consumo de agua es un 30 % inferior. Otra consecuencia importante es que nuestros trabajadores pueden recolectar las fresas desde una posición mucho más cómoda.

Una vez recolectados los frutos, los sometemos a nuevos controles de calidad, eliminando los que están dañados o enfermos. Tras esta nueva selección, solo quedan los más sanos y frescos.

 

Para que nuestra preciada fruta y verdura llegue a los hogares de nuestros clientes como si acabáramos de cogerla del campo, hemos desarrollado, además, un complejo sistema logístico. Porque las frutas y verduras son productos naturales y son sensibles a la presión y al calor. Cuando los trayectos son largos, es especialmente importante mantener unas condiciones de transporte adecuadas. Así, tras cosechar los frutos, los refrigeramos a su temperatura óptima hasta su entrega en tienda. Para las frambuesas, por ejemplo, esta temperatura es de 4 °C. De este modo nos aseguramos de que nuestra fruta y verdura siga estando fresca y crujiente a su llegada al punto de venta.

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