Aprender nos hace felices

Aprender nos hace felices

La risa y la felicidad en la mirada de Anastacia, Jamie-Lee y Elanda es una hermosa prueba de que hemos hecho algo bueno. Las tres viven con sus familias en Rooihoogte, nuestra finca sudafricana. Mientras sus padres trabajan en las plantaciones, las chicas van a la escuela rural. Lo malo es que el nivel de estas escuelas no suele ser tan alto como el de las escuelas de la ciudad, y eso era un desequilibrio que queríamos cambiar para que el alumnado que vive en nuestra finca tuviera las mismas oportunidades de futuro que los niños y niñas de la ciudad. Por ello, ahora ofrecemos clases complementarias por la tarde para los grupos de 7 a 14 años y de 15 a 18 años de edad. En estas clases juegan, hacen los deberes y les damos clases de repaso cuando las necesitan. Además, tienen a su disposición el programa informático CAMI, con muchos juegos didácticos muy divertidos.

De este modo hemos conseguido equiparar el nivel formativo de los niños de nuestra finca con el del alumnado de la ciudad, algo de lo que estamos muy contentos y hasta un poquito orgullosos.

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