Porque sólo cuando estos pequeños insectos «peludos» vuelan ocupados de flor en flor y recolectan polen para su descendencia, pueden polinizar las flores para que después estas se conviertan en frutos. Sin abejas, no hay frutos! Por eso, naturalmente, hacemos todo lo posible para que estos pequeños zumbadores se sientan perfectamente cómodos en todos nuestros campos.
Por eso empleamos apicultores que cuidan con amor a estas pequeñas.
Ellos instalan colmenas y también buscan nuevas reinas, para que se puedan crear nuevas colonias de abejas.

Y tan pronto como nuestros árboles están en flor, y solo si es necesario, los tratamos con sustancias biológicas. Éstas son completamente inofensivas para los insectos, están registradas y por tanto legalmente permitidas. Estos tratamientos se llevan a cabo de noche, para no molestar a las abejas en su quehacer diurno.
También pensamos que es asombroso. Porque cada flor polinizada, después de muchas horas de sol, es una fruta deliciosamente sabrosa. ¡Gracias, queridas abejitas!
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